¿Realmente existen las deudas buenas? ¿Cómo evitamos las malas? Te compartimos cómo identificarlas y lidiar con ellas.
Estamos seguros que a estas alturas de la vida puede que hayas acumulado u obtenido una deuda económica, ya sea con una entidad financiera o persona. El problema de las deudas es que tienes la obligación de devolver lo que te han prestado en un plazo (ya sea corto o largo), y en algunos casos con unos intereses determinados.
Pero, ¿por qué endeudarnos? Las deudas «pueden ser una herramienta» útil para alcanzar nuestros objetivos, como comprar una casa, iniciar un negocio o invertir en nuestra educación. Sin embargo, también pueden ser una fuente de problemas si no las manejamos adecuadamente, ya que pueden afectar nuestra solvencia, nuestro patrimonio y nuestra tranquilidad.
Por eso, es importante distinguir entre las deudas buenas y las deudas malas, y saber cómo usarlas de forma inteligente y responsable.
¿Qué son las deudas buenas?
Para empezar, ¿realmente existen las deudas buenas? Sí y no, realmente no podríamos llamarlo deuda cuando estás adquiriendo algún bien; en ese caso es más bien una inversión, y estas se pueden manejar a corto, mediano o largo plazo; y también dependen del tipo de producto.
Las “deudas buenas”, que mejor llamaremos inversiones, son aquellas que nos permiten adquirir activos que generan ingresos o que aumentan su valor con el tiempo, y que tienen una tasa de interés menor que la rentabilidad que obtenemos.
Por ejemplo, una hipoteca para comprar una vivienda es una deuda buena (corrección, inversión) , ya que nos permite tener un patrimonio que se revaloriza con el tiempo, y que podemos alquilar o vender en el futuro. Además, la tasa de interés de una hipoteca suele ser menor que la inflación o que el rendimiento de otras inversiones.
Otro ejemplo de deuda buena… (perdón, inversión) es un crédito educativo, ya que nos permite acceder a una formación que mejora nuestras oportunidades laborales y nuestro nivel de ingresos. El retorno de la inversión en educación suele ser superior al costo del crédito.
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¿Qué son las deudas malas?
Las deudas malas, o mejor dicho las deudas, son aquellas que nos hacen gastar más de lo que podemos pagar, que nos hacen adquirir pasivos que pierden valor o que no generan ingresos, y que tienen una tasa de interés mayor que la rentabilidad que obtenemos.
Por ejemplo, una tarjeta de crédito para comprar ropa, zapatos, electrodomésticos o viajes es una deuda mala, ya que nos hace consumir bienes que se deprecian con el uso, que no nos aportan ningún beneficio económico, y que nos cobran intereses muy altos.
Otro ejemplo de deuda mala es un préstamo personal para pagar otras deudas, ya que nos hace entrar en un círculo vicioso de endeudamiento, que deteriora nuestra capacidad de pago, nuestro historial crediticio y nuestra salud financiera.
¿Cómo evitar las deudas malas y aprovechar las inversiones?
Para evitar las deudas malas y aprovechar las buenas inversiones, debemos seguir algunos consejos básicos:
- Hacer un presupuesto mensual de nuestros ingresos y gastos, y ajustarnos a él.
- Ahorrar una parte de nuestros ingresos para crear un fondo de emergencia, que nos permita afrontar imprevistos sin recurrir al crédito.
- Comparar las distintas opciones de crédito disponibles, y elegir la que tenga las mejores condiciones de plazo, interés y comisiones.
- No pedir más dinero del que necesitamos, ni del que podemos pagar.
- Destinar el dinero prestado a fines productivos, que nos generen un beneficio a largo plazo, y no a gastos superfluos o innecesarios.
- Pagar puntualmente las cuotas de nuestras deudas, y aprovechar las oportunidades de adelantar o cancelar el saldo, si nos conviene.
- Revisar periódicamente nuestro estado de deuda, y buscar alternativas para mejorar nuestras condiciones o reducir nuestro endeudamiento.
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